Él no reparó en ella esa mañana. Arregló sus cosas y miró por la ventana si aún llovía. El silencio a veces es acompañado por un amanecer hermoso y un suspiro, que queda en deuda. Salió de prisa y apenas en la puerta hizo un ademán de despedida.
Ella, no dijo una sola palabra… se duchó sin prisa y miró la hora. Debía tomar ese tren, hacia un lugar lejano del que nunca volvería!
Eileen
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