Enmarcando el alma
Ante el saber de tu presencia
los rincones solitarios
se van estrechando
se despierta la ciudad dormida
y empiezan a sangrar heridas
olvidadas por el alma
el poeta se diluye en un suspiro
y los espectadores se amontonan
sobre las plazas
mientras suenan las doce campanadas
de las sílabas condenadas
a pronunciar sin tregua tu nombre
ese que se rompe en lamentos
cuando de la boca cae
la insensatez de tu memoria!
Eileen
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