martes, 7 de abril de 2015

Silencio mío



Ya no hay espacio que emita una tonada inquieta. Ni claustro que se revele ante la silente ráfaga de viento que se desprende de unos labios, en mutis profundo.

Ante el dejá vú de la propia vida y el último suspiro de un sueño, la ecuación del alma se confunde y en un dramático desenlace, se pierde la conciencia y todos hacen silencio. Dos fantasmas me miran de lejos (que son tus ojos) o la sombra que ha quedado de ellos pegados a este rostro mío de esculturas talladas a mano cuando merma la tormenta.

Más allá del último rincón del mundo, una lápida solitaria menciona tu historia y una lágrima de lluvia me moja el alma… y es que los jilgueros partieron con la última primavera y ahora sus nidos se cuelgan de un recuerdo, como si fuese un otoño que arrebata el viento.

He pensado en ti, sí… tantas veces que parece que me repito en el mismo dolor que tuyo, ha sido tantas veces mío. Pero hay soledades compartidas, como la que yo, comparto contigo, cuando nada me consuela y tu ausencia se me abraza tanto, que puedo sentir tu alma.

Ay del silencio mío que me embarga… de tu esencia y ese sabor que perdura en mi boca, cuando empapo mis labios y te pronuncio en un tono tan leve, que ni yo puedo escucharme. Y es que eres un instante eterno, que ha dejado en penumbras el sueño, de poder amar de nuevo!
                                 

Eileen Ovalle

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