viernes, 31 de mayo de 2013

Heladas



Y del poniente
la blancura de la noche
en esa invernal locura del alma
que se arrastra en un gemido
que atrae a los lobos

el ímpetu del viento y las cenizas
que van dejando una huella marcada
que conduce hasta el claustro de tus ojos

donde habitan las tristezas vestidas de luto
y el duelo de un corazón herido que desangra
y se mezcla con el paso del destino
que corre apresurado hacia el olvido

y la noche gime, llora y muere…
ante la inevitable llegada del crepúsculo
donde fui gaviota de tu mar abierto
y ahora, sólo soy “recuerdo”

Eileen

No hay comentarios:

Publicar un comentario