jueves, 25 de abril de 2013

Carta



Ella abrió la carta con sus manos temblorosas, tenía aún ese olor a mar y gaviotas azuladas en la punta de sus alas…donde tantas veces, sentada sobre la arena con lágrimas en los ojos, leía sus palabras y un poco de su historia en una fotografía ajada por el tiempo… donde con letras casi borrosas se leía 1964…

Amada mía…azucena que destilas en mis noches más largas y solitarias, en este lugar perdido en la tierra donde los soldados lloran sangre y los fusiles escupen fuego y en el único momento en que la paz me encuentra es cuando estoy contigo, en este espacio cerrado y vacío alumbrado algunas veces por los cañones que rugen el poder de la muerte y la codicia de los hombres que envían a sus semejantes a pelear en guerras tan absurdas como la avaricia que llena sus bolsillos y el duelo que viste a nuestra gente.

Hoy como un fugaz destello llegó hasta mis oídos tu risa de jilguero en primavera y lloré por horas la ausencia de tus ojos en esta oscuridad que muere bajo la noche, como lo hacen tantos en medio de trincheras desahuciadas por la vida, donde el color del uniforme se confunde entre los rostros cenizos y golpeados por el miedo, que ya no sé quién es a la larga mi enemigo o el hermano que sufre a mi costado.

Tan sólo tú mi amor, allí tan distante y tan cercana, eres el único contacto que tengo con la realidad que amo y que no existe en estos campos que llevan al olvido de aquella ínfima razón “que no recuerdo ya” de por qué nos estamos matando.

Te extraño mi amor y te amo, aunque tal vez no volvamos a vernos.

Firma
Uno de los soldados en la guerra de Vietnam.

Relato escrito por Eileen Ovalle 
inspirado por los soldados que van a la guerra 

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