viernes, 2 de mayo de 2014

Haciéndose tarde




Él se sentía nervioso… miraba su reloj tan insistente, como los minutos apresurados en el tiempo que le cortaba el paso, como el albur de una mirada que tiembla ante la súbita ignominia de la vida…y seguía allí…a pesar de que las horas agudizaban su angustia un tanto ansioso y agitado, aguardando su llegada



Ella, ya nunca llegaría… La última bocanada de aliento la había respirado en la inconsciencia de ese golpe tan intenso detrás de los suburbios de aquella avenida, que dobla en una lejana esquina, después del infinito, donde la muerte la tomó en sus brazos sin aviso…



Él la seguiría esperando, sin saber de su partida.



Eileen

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