
Que locura que la ciudad del alma se duerma entre tus brazos, que la nieve repose en el iris de tus ojos infinitos y que un poco de noche se acumule en tus pupilas…
Que el viento te acaricie, sí… y se mezcle entre mis rizos y tus dedos como espigas en mis campos esparcidos, antes de que el alba se acomode en mi cintura y tu boca, descienda hasta mis muslos en esta enérgica aventura que nos une como dos esporas en la brisa que se empapan a un costado de un suspiro, más allá del nuestros sueños.
Eileen
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